Por viaje de trabajo, estuve la semana pasada en París. La combinación de vuelos me permitió disponer de algunas horas libres, y pude por fin contemplar EL Péndulo.
Es decir, el Péndulo de Foucault que inspiró a Umberto Eco. Esta realización del dispositivo que el científico francés ideó para demostrar la rotación de la Tierra se haya suspendida del ábside de la Capilla del Conservatoire de Arts et Métiers, antes Abadía de Saint Martin de Champs.
He podido ver otros Péndulos de Foucault en otros lugares - Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, Parque de las Ciencias de Granada - pero la blanca asepsia de estas instalaciones dista mucho de tener el encanto y la sensación mágica que ofrece la penumbra de la capilla del museo parisino.
Subir la pasarela de la Capilla del Conservatoire y, tras flanquear algunos de los primeros automóviles y aeroplanos que el ingenio humano ha pergeñado, asomarse al mirador para contemplar, a la vez desde arriba y desde abajo, la esfera móvil y el punto fijo, es algo complicado de describir con palabras.
Para alguien como yo ha sido lo más parecido a una peregrinación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario